Por ser hermosa, ella esperaba las recompensas que trae la belleza, por lo menos algunas; no se era hermosa en vano en un mundo que insistía en que lo más importante para una chica era ser hermosa. Alfred Hayes, Los enamorados. Editorial La Bestia equilátera. Buenos Aires. 2010
Traigo su recompensa.
ResponderEliminarQue lindo bloccc, Lucille.
ResponderEliminaruff
ResponderEliminar